Primer Impreso Chileno: Un Farol de Piedad y Tradición
¡Amigos y hermanos en la fe! Permítanme compartir la fascinación que siento ante un pequeño, pero gigantesco, tesoro de nuestra historia de la piedad: el folleto titulado “Modo de ganar el Jubileo Santo”. Este humilde texto, de apenas ocho páginas, tiene el honor de ser el primer libro impreso en Chile en 1776, en la ciudad de Santiago. Más allá de su valor bibliográfico (lo que los expertos llaman un “incunable chileno”), su verdadera riqueza radica en ser un testimonio elocuente de la Tradición Católica y un manual de alta pedagogía espiritual.
Este documento no es una mera curiosidad histórica; es una ventana al corazón de la fe de nuestros antepasados y una guía práctica, con las licencias necesarias de la autoridad eclesiástica, para alcanzar el don inestimable del Jubileo Santo.
¿Qué es el Jubileo Santo y por qué es tan importante?
El Jubileo, o Año Santo, es un tiempo de gracia extraordinaria que la Santa Sede convoca periódicamente. Es, en esencia, un llamamiento intensificado a la conversión, la penitencia y el goce de la misericordia de Dios. Su objetivo principal es la obtención de la Indulgencia Plenaria.
La Indulgencia y sus Fundamentos
Para poder enseñar este punto central, debemos acudir a la roca firme del Magisterio de siempre. ¿Qué es una Indulgencia? El Catecismo de S. Pío X lo explica con claridad meridiana:
«La indulgencia es la remisión de la pena temporal debida por los pecados ya perdonados en cuanto a la culpa; remisión que la autoridad de la Iglesia concede fuera del sacramento de la Penitencia al fiel bien dispuesto y bajo determinadas condiciones, sacando esta remisión del tesoro de los méritos de Jesucristo y de los Santos.» (Catecismo de S. Pío X, n. 473).
Cuando cometemos un pecado, si bien la culpa (la ofensa a Dios) puede ser perdonada por el Sacramento de la Penitencia, queda aún una pena temporal que debe ser satisfecha, o en esta vida o en el Purgatorio. La Indulgencia Plenaria, como la que ofrece el Jubileo, tiene el poder de borrar por completo esa pena temporal. ¡Es un acto sublime de la misericordia de Dios, administrado por Su Santa Iglesia!
El Camino de Santificación Propuesto en el Folleto
El “Modo de ganar el Jubileo Santo” nos revela la pedagogía de la Iglesia para disponer el alma a recibir tan gran don. La fórmula es sencilla, profunda y plenamente tradicional:
1. La Disposición Interior: Penitencia y Reconciliación
El primer paso, ineludible e innegociable, es la conversión sincera. El folleto de 1776, como la Iglesia de siempre, exige:
- Confesión Sacramental: Acudir al Sacramento de la Penitencia. El Señor lo dijo: “Si no hiciereis penitencia, todos pereceréis igualmente” (Luc. 13, 3 – Straubinger). El corazón contrito y la absolución del sacerdote son la puerta de entrada a la gracia.
- Comunión Eucarística: Recibir la Sagrada Comunión. En la Sagrada Eucaristía, recibimos al mismo Cristo, fuente de toda gracia y santificación. Es la culminación de nuestra reconciliación con Dios.
2. Las Obras de Misericordia y Piedad
Una vez purificados, el texto dirige nuestra piedad hacia obras concretas que manifiestan nuestra fe:
- Visita a las Iglesias: Se prescribía la devota visita a ciertas iglesias designadas. Esta práctica es un símbolo de la peregrinación espiritual que todo cristiano realiza en su vida y una forma de honrar a Dios en sus moradas terrenales.
- Oración por las Intenciones del Papa: Rezar por la exaltación de la Santa Madre Iglesia, la paz y concordia de los príncipes cristianos, la extirpación de las herejías y la conversión de los pecadores. Es una muestra de la unidad con el Pastor Universal y la Caridad fraterna.
- Ayuno y Limosna: Aunque a veces tácitos, estos actos de penitencia son la manifestación de que buscamos enmendar nuestra vida y practicar la caridad, como la Escritura nos lo recuerda: “La limosna libra de la muerte y es la que purifica de los pecados y hace hallar misericordia y vida eterna” (Tob. 12, 9 – Straubinger).
Ad Iesum per Mariam
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